Caricaturas infantiles
¿Violencia animada?
Son para niños ...muy adultos
(El Norte, 21 de Mayo de 1999)
Al encender el televisor, se disparan
imágenes que llegan a la
mente infantil sin un filtro para
distinguir entre la realidad y
una fantasía llena de violencia .
Los héroes de la infancia de hoy ya no son personajes como Supermán o La Bella Durmiente, que pelean por el bien o desean ser felices, sino gente que lucha a muerte para alcanzar el poder o la vida en otras dimensiones; y hablan de estrategias militares, bombas y armas súper modernas, con lenguajes salpicados de odio, venganza y rencor.
Es tanto el tiempo que los pequeños pasan frente al televisor, que investigaciones estadounidenses revelan que de los 5 a los 17 años, un menor promedio habrá visto entre 15 y 18 mil horas, una cifra que supera a las 12 mil horas dedicadas a clases en el aula. Cuando esos niños lleguen a los 70 años habrán pasado siete años de sus vidas viendo la televisión. Y aquí viene lo preocupante: cada 9 minutos ven una imagen de un arma de fuego, como consecuencia de las numerosas escenas de violencia.
De manera paralela, la venta de armas de juguete representa para la industria estadounidense casi 100 millones de dólares anuales. Leonardo Leal, de 7 años, cada noche prende la televisión para seguir a Gokú en sus combates galácticos. Tiene su máscara, las figuras del personaje y hasta el disfraz. Atrás quedó el inocente coyote persiguiendo de por vida a un correcaminos al que jamás atrapa, a pesar de todos sus esfuerzos, o el "gatito lindo" que tampoco logra comerse a Piolín, aunque ésas sean siempre sus intenciones.
Para muchos papás y mamás, dejar a su niño con el control en la mano para que él decida qué caricaturas ver es un acto inofensivo. Lo que no saben es que, a veces, su contenido no tiene nada de infantil. "Uno está tan distraído en otras actividades, y sólo ve que los niños están muy entretenidos, pero no se da cuenta qué es lo que ven. Por ejemplo, cuando puse atención a 'La Vaca y el Pollito', y a 'Ranma', me sorprendí por el lenguaje, las relaciones familiares tan raras y que un niño se vuelva niña de repente", dice María Galaviz, ama de casa.
En el ejército animado que desfila ante los ojos de los niños, mañana, tarde y noche de 365 días hay deformaciones tales como una familia en la que una vaca y un pollito son hermanos, o un adolescente de nombre Ranma Saotome, quien por alguna razón con el agua fría se transforma en mujer y con la caliente se vuelve hombre. También están "El Mundo de Roco" y los "Castores Cascarrabias", en los que abundan la violencia y las palabras altisonantes.
Sin duda, la reina de estas historias es "Dragon Ball", que trata de Gokú, un niño que estudia artes marciales y adquiere mayor fuerza y experiencia, de acuerdo con los combates con enemigos cada vez más poderosos.
El pediatra Jesús Ibarra, especialista en Evaluación del Desarrollo Infantil, dice que en este dibujo animado japonés ha encontrado que sólo en 8 minutos, de los 30 que dura la serie, se presentan más de 15 actos violentos y más de 10 palabras soeces. "Ahí se fomenta el cultivo del cuerpo no para estar saludable, sino para destruir y vencer a cuanto contrincante se cruce en el camino. Se muestra un mensaje contradictorio: por ser el chico bueno tiene la libertad de golpear a los demás". La novedad es que ahora los personajes son humanos o casi humanos, a diferencia de lo que se vio en caricaturas en los 50, 60 y 70, donde la gran mayoría eran animales, señala el psicólogo Alberto Villarreal Hernández. "Esto tiene una explicación psicológica muy sencilla: en los 50 se encontró que el menor de edad se identifica más fácil con animales que con seres humanos, y le es mas fácil desinvolucrarse del contenido agresivo al verlo en animales, que al percibirlo en seres humanos.
Lo regular, los personajes de las caricaturas no tienen nada qué ver con la cultura mexicana, ya que proliferan las diseñadas por japoneses, con influencias ambiguas, no siempre positivas. En muchas de las series los personajes van solos por el mundo, sin familia y toman sus decisiones casi siempre en un mundo de violencia física o psicológica, o en mundos mágicos y espiritistas, coinciden los especialistas.
"Sandy Belle", por ejemplo, es una caricatura novelada que deprime hasta a los mayores. Ella es una niña huérfana que sufre abandono y cuyo único amigo es un perro. "¿Qué pasa con aquellos niños que se identifican con personajes ambiguos?, ahí se puede tener un ingrediente para facilitar un problema de identidad sexual en los niños e integrar la violencia como algo sencillo", cuestiona Villarreal Hernández. Si los papás pudieran empaquetar influencias psicológicas para sus hijos en dosis regulares, de seguro no seleccionarían los patrones violentos que destacan las caricaturas.
Sin embargo, ahora, este tipo de ejemplos es administrado en grandes cantidades, sin cobro directo, a millones de hogares.
¿Atrapados por la televisión?
Si desea reducir las horas-televisión de sus hijos:
1. Lleve el televisor a un lugar menos importante de la casa. Esto ayuda a que la decisión de prenderlo sea más esporádica.
2. No permita que haya un televisor en la habitación de su hijo porque distanciaría al niño de la vida de familia. Además, usted no podría controlar la programación no apta para menores.
3. No prenda el televisor durante las comidas. Ese tiempo es excelente para el diálogo.
4. Evite utilizar la televisión como niñera, que los niños participen en las tareas de la casa.
5. Fije ciertos días de la semana como días sin tele.
6. No utilice el aparato como instrumento de premio o castigo, esto aumentaría más su poder.
7. Escuche su música favorita o la radio en lugar de utilizar la tele como sonido de fondo.
8. No se asuste si su hijo protesta: "¡Estoy aburrido!". El aburrimiento despierta la creatividad.
Cómo saber si padece los síntomas del exceso de televisión
- Cuesta más apagar el televisor. - Al intentar ver sólo uno o dos programas se termina pasándose hora tras hora ante la pantalla. - Se cancelan o reducen importantes actividades familiares o personales por ver la tele. - Cuando está apagado el televisor, se siente desesperación por encenderla.
Es tanto el tiempo que los pequeños pasan frente al televisor, que investigaciones estadounidenses revelan que de los 5 a los 17 años, un menor promedio habrá visto entre 15 y 18 mil horas, una cifra que supera a las 12 mil horas dedicadas a clases en el aula. Cuando esos niños lleguen a los 70 años habrán pasado siete años de sus vidas viendo la televisión. Y aquí viene lo preocupante: cada 9 minutos ven una imagen de un arma de fuego, como consecuencia de las numerosas escenas de violencia.
De manera paralela, la venta de armas de juguete representa para la industria estadounidense casi 100 millones de dólares anuales. Leonardo Leal, de 7 años, cada noche prende la televisión para seguir a Gokú en sus combates galácticos. Tiene su máscara, las figuras del personaje y hasta el disfraz. Atrás quedó el inocente coyote persiguiendo de por vida a un correcaminos al que jamás atrapa, a pesar de todos sus esfuerzos, o el "gatito lindo" que tampoco logra comerse a Piolín, aunque ésas sean siempre sus intenciones.
Para muchos papás y mamás, dejar a su niño con el control en la mano para que él decida qué caricaturas ver es un acto inofensivo. Lo que no saben es que, a veces, su contenido no tiene nada de infantil. "Uno está tan distraído en otras actividades, y sólo ve que los niños están muy entretenidos, pero no se da cuenta qué es lo que ven. Por ejemplo, cuando puse atención a 'La Vaca y el Pollito', y a 'Ranma', me sorprendí por el lenguaje, las relaciones familiares tan raras y que un niño se vuelva niña de repente", dice María Galaviz, ama de casa.
En el ejército animado que desfila ante los ojos de los niños, mañana, tarde y noche de 365 días hay deformaciones tales como una familia en la que una vaca y un pollito son hermanos, o un adolescente de nombre Ranma Saotome, quien por alguna razón con el agua fría se transforma en mujer y con la caliente se vuelve hombre. También están "El Mundo de Roco" y los "Castores Cascarrabias", en los que abundan la violencia y las palabras altisonantes.
Sin duda, la reina de estas historias es "Dragon Ball", que trata de Gokú, un niño que estudia artes marciales y adquiere mayor fuerza y experiencia, de acuerdo con los combates con enemigos cada vez más poderosos.
El pediatra Jesús Ibarra, especialista en Evaluación del Desarrollo Infantil, dice que en este dibujo animado japonés ha encontrado que sólo en 8 minutos, de los 30 que dura la serie, se presentan más de 15 actos violentos y más de 10 palabras soeces. "Ahí se fomenta el cultivo del cuerpo no para estar saludable, sino para destruir y vencer a cuanto contrincante se cruce en el camino. Se muestra un mensaje contradictorio: por ser el chico bueno tiene la libertad de golpear a los demás". La novedad es que ahora los personajes son humanos o casi humanos, a diferencia de lo que se vio en caricaturas en los 50, 60 y 70, donde la gran mayoría eran animales, señala el psicólogo Alberto Villarreal Hernández. "Esto tiene una explicación psicológica muy sencilla: en los 50 se encontró que el menor de edad se identifica más fácil con animales que con seres humanos, y le es mas fácil desinvolucrarse del contenido agresivo al verlo en animales, que al percibirlo en seres humanos.
Lo regular, los personajes de las caricaturas no tienen nada qué ver con la cultura mexicana, ya que proliferan las diseñadas por japoneses, con influencias ambiguas, no siempre positivas. En muchas de las series los personajes van solos por el mundo, sin familia y toman sus decisiones casi siempre en un mundo de violencia física o psicológica, o en mundos mágicos y espiritistas, coinciden los especialistas.
"Sandy Belle", por ejemplo, es una caricatura novelada que deprime hasta a los mayores. Ella es una niña huérfana que sufre abandono y cuyo único amigo es un perro. "¿Qué pasa con aquellos niños que se identifican con personajes ambiguos?, ahí se puede tener un ingrediente para facilitar un problema de identidad sexual en los niños e integrar la violencia como algo sencillo", cuestiona Villarreal Hernández. Si los papás pudieran empaquetar influencias psicológicas para sus hijos en dosis regulares, de seguro no seleccionarían los patrones violentos que destacan las caricaturas.
Sin embargo, ahora, este tipo de ejemplos es administrado en grandes cantidades, sin cobro directo, a millones de hogares.
¿Atrapados por la televisión?
Si desea reducir las horas-televisión de sus hijos:
1. Lleve el televisor a un lugar menos importante de la casa. Esto ayuda a que la decisión de prenderlo sea más esporádica.
2. No permita que haya un televisor en la habitación de su hijo porque distanciaría al niño de la vida de familia. Además, usted no podría controlar la programación no apta para menores.
3. No prenda el televisor durante las comidas. Ese tiempo es excelente para el diálogo.
4. Evite utilizar la televisión como niñera, que los niños participen en las tareas de la casa.
5. Fije ciertos días de la semana como días sin tele.
6. No utilice el aparato como instrumento de premio o castigo, esto aumentaría más su poder.
7. Escuche su música favorita o la radio en lugar de utilizar la tele como sonido de fondo.
8. No se asuste si su hijo protesta: "¡Estoy aburrido!". El aburrimiento despierta la creatividad.
Cómo saber si padece los síntomas del exceso de televisión
- Cuesta más apagar el televisor. - Al intentar ver sólo uno o dos programas se termina pasándose hora tras hora ante la pantalla. - Se cancelan o reducen importantes actividades familiares o personales por ver la tele. - Cuando está apagado el televisor, se siente desesperación por encenderla.
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